Crea Romances

    El romance es una forma poética sencilla, muy utilizada en la poesía castellana. Sus catacterísticas son:
  • VERSOS DE 8 SÍLABAS.
  • RIMA ASONANTE EN LOS VERSOS PARES. (-, a, - a, etc).
    Para ayudar a los más pequeños a hacer romances, hemos agrupado palabras que tienen rima asonante entre sí.

    Para desarrollar la actividad, se dará a cada niño un grupo de palabras, y se les indicará que cada una de esas palabras debe estar colocada al final de los versos pares.

PASOS:
  1. Se dan 2 palabras. No se hace hincapié en las 8 sílabas por verso.
  2. Se dan 4 palabras. Se hace un poco de hincapié en las 8 sílabas por verso.
  3. Se dan 6-7 palabras. Se hace hincapié en las 8 sílabas por verso.
  4. Se dan 10 palabras. Se obliga a que cada verso tenga 8 sílabas.

CUADRO DE PALABRAS

Rima i-o. Rima u-a. Rima a-a. Rima o-o. Rima e-o. Rima o-a. Rima -ó.
Rizo Luna Casa Todo Concierto Mora Razón
Mito Cuna Cama Polo Momento Sopa Corazón
Pico Espuma Estafa Topo Tiempo Boba Pompón
Castillo Suma Mala Loro Viento Corona Tapón
Vacío Cacatúa Maraca Sonoro Cuento Mosca Ratón
Poderío Musa Jarra Moro Tropiezo Trompa Rabió
Consentido Estufa Palabra Toro Hueso Voladora Enfermó
Estilo Tortuga Cara
Roto
Preso Costa Desapareció
Piso Costura Carta Alboroto Ileso Caracola Lloró



ROMANCE DEL CONEJO INSENSATO

Desde su térrea ventana
miraba él a lo lejos;
la niebla todo escondía
a los ojos de un conejo.

Pero se moría de hambre,
y sin escuchar consejo
de su padre y de su madre
salió raudo como el viento.

Así fue como empezó
esta aventura de cuento:
con un conejo perdido;
perdido, pero contento.

Pero poco iba a durar
tanta sonrisa a destiempo,
pues ya cae la oscuridad,
y a su agujero no ha vuelto.

No ha conseguido tampoco
saciar su apetito intenso,
pues en medio de esa nube
no veía ni un pimiento.

Corría muy asustado,
lleno de desasosiego,
pues se acercaba lo hora
de los monstruos de los cuentos
y no saber dónde estaba
le hacía morir de miedo.

¿Hay alguien ahí?- gritaba.
¿Alguien para ir a su encuentro?
Estoy perdido y no sé
dónde conejos me encuentro.
Ayudita, por favor,
¡ay!, que no sé lo que he hecho.

Pero nadie respondía
a sus gritos y lamentos;
nadie en esa inmensidad
parecía estar atento.

Abandonado de fuerzas,
cayó por tierra su cuerpo,
y allí se quedó tendido,
en medio de un frío intenso
que le heló hasta el corazón
y le congeló los huesos.

Y cuando ya imaginaba
de su vida los momentos,
cuando la luz se encendía
muy despacito a lo lejos,
cuando su propia razón
le hacía creerse muerto,
escuchó una voz amiga
que trajo consigo el viento.

Hijo, hijo, ¿dónde estás?
Sigues vivo, lo presiento.
Hemos venido a buscarte
toda la gente del pueblo.

Él quería responder,
pero fue en vano su intento,
pues ya no tenía fuerzas
para pronunciar ni un verbo
y cerró los ojos triste
para su último sueño.

Pero despertó otro día,
muy cansado y somnoliento;
estaba en su habitación
que a él se le antojaba el cielo.

Alguien me salvó seguro,
dijo el conejo contento.
A alguien le debo la vida,
a alguien que no estará lejos.

Tuvo suerte nuestro amigo,
pues volvió a nacer de nuevo,
pero de su insensatez
nunca sacaría pecho,
pues aprendió una lección
que recordará hasta viejo:
"¡de tu padre y de tu madre
sigue siempre los consejos,
pues su experiencia los dicta,
y tendrán razón de peso!"

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