La Tierra, antes de ser Tierra, no tenía nombre. Se componía únicamente
de sensaciones, emociones, necesidades e incertidumbres.
Los seres vivos que la habitaban cumplían sus funciones vitales como un
automatismo, al igual que los planetas se deslizan en sus órbitas. Las plantas
y los árboles se encargaban de la estética, y los animales, de su
supervivencia. Los antepasados de los hombres, de lo que hoy somos, se
comunicaban con gritos y sonidos… pero ignoraban por completo la existencia de
ese tesoro llamado palabra.
Y así pasaba el tiempo, sin ser tiempo, cuando la Tierra no era Tierra,
sino simplemente lo que nos rodea. Y en ese mundo sin nombre vivía el héroe de
nuestra historia. Una noche de luna llena, volviendo de una cacería, habiéndose
perdido en el extenso universo que trae consigo la oscuridad plateada, tuvo que
buscar refugio en una cueva para mantenerse a salvo de los depredadores o de
otros como él. Encendió un fuego para darse calor y no morir congelado. Sentado
junto a la fogata, con el cuerpo cansado, miró entonces al cielo y la vio.
Teñía todo el horizonte de su color de plata, prestando su magia y su misterio
al mundo. Fijó su mirada en ella y se inmiscuyó en hondas reflexiones… era una
sensación extraña para él, pues por primera vez notaba la fuerza de la
incertidumbre, de lo pequeño de su existencia, de la falsa ilusión de su poder.
Su mirada, podría decirse que hipnotizada, quería
ser amiga de aquel foco brillante colgando, en medio de la nada, quién sabía cómo. Cuanto más la
miraba, más claro tenía que, de alguna manera, esa piedra misteriosa, centinela
de la oscuridad, guiaba sus vidas. Quería apartar la vista, pero no podía, pues
una fuerza inconsciente se lo impedía, y poco a poco, su boca empezó,
sorprendentemente, a intentar darle nombre a aquella amiga:
LLLLLLLLLL……………UUUUUUUUU……….NNNNNNNN………AAAAAA
Dijo…
LLLLLLUUUUUUUUU……NNNNNNN……..AAAAAAA
Repitió…
LUUUUUUUNNNNNNN……AAAAA
Se sorprendió a
sí mismo…..
LUNNNNNAAAAA
LUNNNNNNA
…
LUNA
¡LUNA!- Gritó con todas sus fuerzas, haciendo llegar su voz a todos los confines de su ignoto mundo.
Y así fue como,
según nos contaron los vientos, nació la primera palabra…
Y el mundo,
desde aquel entonces, nunca volvió a ser el mismo.
En su afán por experimentar con aquel nuevo poder, aquel poder de la
palabra que había descubierto, empezó a poner nombre a todas las cosas que
conocía: así nacieron el Sol, la Tierra, las Nubes, el Agua, la Vida, la Voz…
pero también las Dudas. ¿Era él el único con ese don? ¿Era él el único capaz de
sacar, desde lo más profundo de su alma, aquellos sonidos balsámicos? Comenzó
entonces a caminar por el mundo y se dio cuenta de que el resto de sus
semejantes no tenían esa capacidad… preocupado por sentirse incomprendido,
decidió que debía dar a conocer aquel poder…entonces, empezó a juntar palabras
y, antes de que se diese cuenta, habían nacido las Historias.
Y así, poco a
poco, todos los antepasados de los hombres empezaron a hablar, y a poner nombre
a las cosas… pero no sabían escribir y todo lo que decían viajaba por el aire,
sin permanecer infinito, y con el riesgo de desaparecer cuando la Muerte les
alcanzase.
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